En la media tarde de ayer, los piratas somalíes libertaron a los marineros del Alakrana. Es una buena noticia sin duda alguna, pero sin embargo y a partir de ese momento debemos analizar algunas de las cuestiones que han rodeado este penoso incidente.
Para empezar es conveniente resaltar que el “atunero español” fue a faenar a aguas que estaban fuera de la zona protegida, sin atender los consejos que se le dieron desde el mando naval español en la zona, porque en la misma, ya había demasiada gente pescando, mientras que fuera de ella, asumiendo un poco de riesgo añadido, los beneficios podían ser inmensos, al explotar en exclusividad un caladero que los demás no se atrevían a explotar, pero sin contar que se podía estar jugando con vidas humanas.
Además si tenemos en cuenta que el armador del barco paga los impuestos en las Sheychelles lo cual hace que cuando navega porte el pabellón de esas paradisíacas islas y al parecer a modo de reivindicación patriótica también coloca la Ikurriña, como entender la petición de algunos armadores que no ha sido especialmente despreciada por el conjunto de los ciudadanos vascos de que militares españoles viajen en esos barcos, para defender unas acciones de exclusivo uso privado y comercial. No veo a nuestros soldados cantando el Maytechu mía a coro, con el resto de los tripulantes africanos entre sol y sol, pero aparte de que su presencia no esta consentida por la actual legislación, si fuera al revés, que pasaría en caso de peligro, quien mandaría el barco, el capitán, o el mando militar, que primaria, la defensa de la vida de todos los embarcados o el interés comercial. Por esto último puede entenderse la demanda de seguridad militar, para poder adentrarse en caladeros más ricos pero más inseguros, donde la garantía del ejército permitiría alejar el peligro pirata.
Dicho esto y por una cuestión de humanidad y de responsabilidad, le ha tocado al Gobierno solucionar la papeleta, que de no haberse producido, al armador le hubiera producido pingues beneficios. Y en la papeleta como siembre los conquistadores del perejil, arremetieron por boca de don Mariano como siempre, contribuyendo con su acoso, ha acrecentar la ansiedad de los familiares, que debiendo ser entendidos hacían toda la presión que podían con la pretensión de querer ayudar a una parte de la tripulación que eran sus familiares, pero que también beneficiaba desgraciadamente los intereses de los negociadores de los piratas, incluidos sus abogados españoles.
Ante la petición de responsabilidad de Zapatero y algunas actitudes milagrosamente coherentes en el PP, añadida a la remisión de la mediática presión familiar se ha llegado a un final feliz, en cuanto a la liberación de los marineros españoles y de los no españoles de quienes por cierto se ha hablado bastante poco, en cuanto a la crisis generada, durara algo más, pero como dice el editorial del País de hoy: “el previsible aumento de la tensión que se producirá a cuenta del Alakrana no puede llevar a que se trastoquen los papeles de los extorsionadores y los extorsionados con el solo propósito de obtener réditos políticos ……. No se trata de ajustar cuentas, sino de aprender las lecciones de estas semanas de angustia”.
No obstante, vistos algunos de los desaciertos cometidos, tanto por miembros del Gobierno como por la propia Audiencia Nacional e incluso algunas incoherentes actuaciones de algunos medios de comunicación, es absolutamente necesaria ahora que además Zapatero debe de asumir por turno la Presidencia del Consejo de la Unión Europea durante el primer semestre de 2010, una seria reflexión sobre este problema y la adopción inminente de medidas multilaterales que pongan freno a estos trances, en las aguas del indico y en las demás.
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