El último informe del Fondo Monetario Internacional confirma que la recuperación está en marcha pero que hay incógnitas y problemas. El primero es que, contra lo que dicen los tópicos históricos, crecen más los países emergentes (7,1% este año y 6,4% en el 2011) que los desarrollados (2,7% y 2,2%), y no digamos la zona euro (1,7% y 1,5%).
Esta situación es debida en parte a una guerra de divisas (devaluaciones competitivas) que puede acabar mal, como ya pasó en los años 30, y sobre la que el director general del FMI, el socialista francés Dominique Strauss-Kahn, no deja de advertir. El fuerte crecimiento chino (9,4% este año) se basa en unas exportaciones que se benefician no solo de salarios bajos sino de un yuan infravalorado. Japón interviene para depreciar su moneda y Estados Unidos lo hace también con una política monetaria expansiva.
SIN AUTORIDAD POLÍTICA. El peligro para Europa es que no tiene una autoridad política capaz de evitar la apreciación del euro, favorecida por la política ortodoxa (en comparación con la norteamericana) del Banco Central Europeo. Con respecto a España, el FMI insiste en que la prioridad es reducir el déficit y que eso forzará nuevas medidas si las ya aplicadas no funcionan. Pero no todo es negro: eleva una décima nuestro crecimiento del 2010 (del -0,4% al -0,3%, al igual que el Gobierno) y hace lo mismo para el 2011 (pasa del 0,6% al 0,7%). Es un aumento del PIB débil, menor del previsto por Elena Salgado (1,3%) y por el FMI para la zona euro ( 1,5%). Pero añade que España puede volver a crecimientos del 2% --que crean empleo neto-- en el 2013, cuando antes lo retrasaba hasta el 2016.
UNA OPINIÓN RECOMENDABLE El FMI no es la Biblia, pero es escuchado por los mercados que financian nuestro déficit público y las deudas del sector privado. Por eso es bueno que afirme que hay recuperación mundial y que España (aunque a corto plazo crecerá menos que la media europea) puede volver a una senda de crecimiento satisfactorio si persevera en el ajuste y las reformas que ya se están implementando.
Por eso el Gobierno --y las organizaciones y partidos responsables-- deberían explicar y discutir con seriedad los esfuerzos precisos para superar la crisis, volver a crecer y crear empleo. No es hora de vender sueños ni de hacer demagogia, sino de afrontar la realidad.
Fuente: Editorial del periodico de Aragón.
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