Retratos de la obsesión. Porque es de eso de lo que se trata, si es que aceptamos que tal cosa se puede tratar. Digamos que algo así es el arte, esa cosa que no trata sino de lo intratable. En Moby Dick se conjuga este misterio, y la muestra “El frío y el Gran pez” que nos presenta Luis Díez vuelve a recoger ese guante lanzado hace más de un siglo. ¿Cómo se explica que la ballena más conocida del mundo represente lo desconocido del mundo, del mundo que habita en el interior de cada uno de nosotros? Digamos que esa es la paradoja que se encuentra en la esencia de la obra de arte, y en la de toda vida vivida con intensidad. Lo que nos obsesiona es aquello de lo que apenas conocemos una parte mínima, pero ese enigma, esas esferas invisibles que residen en el mundo del terror, citando ya al propio Mellville, son reveladoras de nuestras pequeñas existencias y nos consagramos a ellas, nos afanamos en esa búsqueda a pesar de que sabemos que será infructuosa y que en último término nos puede conducir a la destrucción.
Luis Díez lleva toda su vida rodeado de vinilos y de pinceles. Nunca ha sabido pintar sin música al igual que nunca ha sabido escuchar música sin su cuaderno de bocetos entre las manos.
Desde hace algunos años se dedica profesionalmente a la pintura y a la ilustración, en donde su melomanía siempre ha estado presente en sus trabajos. Claros ejemplos son su exposición titulada “The Feel Good Revolution” o la exposición “Diez años foca en un circo” en la Sala Cai Barbasán. En la primera cada cuadro representaba alguna banda inspiradora para sus obras, como Bright Eyes, Songs:Ohia o Bonnie Prince Billy. La segunda fue un trabajo conjunto con el músico y escritor Julio de la Rosa. Pintó doce canciones inéditas de Julio, introduciendo en los cuadros algunos textos, cerrando así un círculo de poesía, pintura y música.
Su relación con la música no acaba aquí. También se conoce a Luis por ser el creador de las imágenes de los discos de artistas como Niños del Brasil, Bronski o más recientemente, Nacho Vegas. También se ocupó del atrezzo plástico de la gira “El viaje ninguna parte” de Enrique Bunbury y además ha trabajado como ilustrador para revistas musicales de tirada nacional como Mondo Sonoro o Rolling Stone.
En su periplo artístico ha estado siempre presente relacionado con la Galería Pepe Rebollo en la que ha expuesto en múltiples ocasiones, tanto de forma individual como colectiva. En sus últimas intervenciones artísticas también se le ha podido ver el Centro de Historia de Zaragoza, en la exposición homenaje al sello Grabaciones en el Mar y en el espacio Tránsito, en donde desplegó su artillería imaginativa para realizar un mural de 60 metros cuadrados en el desarrollo un concepto de la fracción de segundo que une la vida y muerte.
Luis Díez también ha ganado y ha sido seleccionado en diferentes muestras y concursos nacionales, como el Premio de Arte “Santa Isabel de Portugal”, el concurso Muz Martinez o el Encuentra 09 entre otros.
Para todo esto, Luis Díez utiliza una pintura de figuración realista donde el color, la mezcla de fotogramas y de cuerpos y las fuertes perspectivas son su seña de identidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario