La estadística sobre los expedientes de regulación de empleo (ERE) tramitados en el 2010 en España permite constatar con nitidez algunos efectos de la reforma laboral que, con gran desgaste y una huelga general de por medio, aprobó el Gobierno en junio. Uno de los más llamativos --y positivos-- es la triplicación, en el segundo semestre, de los expedientes de reducción de jornada, que ahora son ya una tercera parte de los que se presentan. Este cambio de tendencia acerca a España al modelo alemán. Porque es obvio que es más solidario y menos oneroso socialmente reducir el 10%, por ejemplo, de la jornada laboral de cada uno de los empleados de una empresa que despedir al 10% de la plantilla. La fórmula encontró resistencias en sectores patronales que consideraban inevitable prescindir para siempre de esa parte de su fuerza laboral. Pero las empresas bien gestionadas conocen la importancia de retener un capital humano. Y uno de los escasos inconvenientes de esta fórmula, la generalización de la disminución de la capacidad de consumo, es un mal menor frente al beneficio de la cohesión social. Alemania, de nuevo, marca la pauta e indica el camino.
Fuente: El Periodico de Aragón.
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