Lo que pasa con Grecia confirma el diagnóstico. Un déficit y una deuda pública excesivos (13% y 115% del PIB, respectivamente), escondidos por el anterior Gobierno conservador, han puesto al socialista Papandreu en una situación límite. Los mercados temen que no pague y le exigen intereses crecientes que pueden agravarlo todo. Y la quiebra de Grecia --o su salida de la moneda única-- resquebrajaría el edificio europeo. Por eso la zona euro debía haber actuado con mucha más rapidez. Junto al FMI o sin él. Por desgracia, se limitó a declaraciones de intenciones que no han convencido. Y la causa principal es la reticencia alemana, país riguroso, a pagar los platos rotos por los griegos, país tramposo. Europa, aunque tarde, debe intervenir ya. Es ilógico que el FMI vaya a prestar a Grecia al 3,75% y los países del euro al 5%, pero lo sustancial es actuar con urgencia y evitar que la situación se degrade.
A España, lo de Grecia no le beneficia. Por eso ha acertado Zapatero al ser en este asunto, junto a Sarkozy, el más diligente de la UE. Cierto que tuvimos en el 2009 un déficit público similar al griego, pero el ratio de nuestra deuda sobre el PIB no llega ni a la mitad. Y la economía es mucho más moderna. Pero la lección está ahí. Las reformas deben abordarse con rapidez y el grado de demagogia del debate económico debe bajar. La oposición criticó ácidamente la subida de impuestos de Salgado cuando ahora está claro que era un necesario mensaje de rigor. Gobierno, oposición, empresarios y sindicatos deben ser conscientes de que España es muy distinta de Grecia, pero que para evitar el contagio hay que vacunarse.
Fuente: Editorial del Periodico de Aragón.
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