Con la muerte de José Saramago desaparece el último de los grandes escritores portugueses directamente comprometidos con la Revolución de los Claveles, que sometió a la creación literaria, a la prensa y al mundo editorial a un convulso y rejuvenecedor periodo de cambios. Frente a la corriente socialdemócrata y reformista representada por periodistas como Raúl Rego, Saramago y el grupo de autores próximo al Partido Comunista, que se hizo cargo de Diário de Notícias, encarnó la corriente radical que sostuvo la experiencia revolucionaria de Vasco Gonçalves. Pasados los ardores del impulso utópico, aquella generación de escritores contribuyó en gran medida a renovar las letras y a beber en el manantial inagotable de Fernando Pessoa. El Premio Nobel de Literatura otorgado en 1998 entrañó así un doble reconocimiento: la debida a la pluma de Saramago, empapada de compromiso social, y la ganada a pulso por la generación que resistió la iniquidad salazarista para dejar a salvo la dignidad de la cultura portuguesa. Saramago nunca distanció su obra de las víctimas de la historia y también por eso merece ser un autor recordado.
Fuente.: El Periodico de Aragón.
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