Parafraseando a Ernest Hemingway, que escribe un su famosa novela 'Fiesta' lo siguiente: "Comimos en Botín, en el comedor de arriba. Es uno de los mejores restaurantes del mundo". Allí justo, pasando un poco mas de las tres y media de la tarde de un 22 de julio de hace 10 años, nos llego la noticia de que José Luis Rodríguez Zapatero, había derrotado a Pepe Bono, por tan solo 9 votos de diferencia. Inmediatamente después de la sorpresa generada, pues la victoria de Bono parecía clara, los que allí estábamos salimos disparados hacia el palacio de congresos para vivir una situación tan inesperada como expectante.
Y como pudo darse ese resultado en principio sorpresa, pues justamente por dos motivos principales el apoyo catalán, ceñido en la relación Zapatero-Maragall, y la ruptura de la disciplina de voto de Andalucía. Donde Manuel Chaves, que lideraba la federación que aportó más delegados al congreso al tiempo que encabezaba la gestora que dirigió la transición, había apostado inicialmente por Bono, como la inmensa mayoría de los notables del partido, pero acabó dando libertad de voto a los suyos después de recibir un mensaje de Felipe González: "Quizás nos hemos equivocado de candidato".
Con todo, puestos a identificar los nueve votos que decantaron el resultado, habría que buscarlos entre los guerristas, que repartieron los suyos entre su candidata, Matilde Fernández, y Zapatero, guiados por el objetivo prioritario de evitar el triunfo de un Bono que les atemorizaba.
Tras su elección como secretario general, Zapatero nos dijo a los delegados al 35º congreso: "Os convoco a una nueva esperanza, la esperanza del 2004". Y la hizo realidad. En el tiempo récord de una legislatura, llevó al PSOE desde la oposición al poder.
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